12 de julio de 2012

De vuelta

Clara ya está de vuelta. Lo sé, he tardado. Una semana, ni más ni menos. Pero tengo justificante. Y de los buenos, justificante médico. Recapitulemos y empecemos por donde lo dejamos. Marido llegó sano y salvo, después de 48 horas de viaje, cansado y muy guapo. Aunque yo creo que después de 3 semanas sin verlo, si hubiera venido con un ojo de menos o sin pelo, lo hubiera visto guapo igualmente. Después de un fin de semana de turismo jalapeño, parques, catedrales y museo incluido, reorganizamos las maletas y pusimos rumbo a Veracruz para empezar las vacaciones.

Llegados a este punto, quiero hacer una aclaración importante sobre nuestras vacaciones. Necesariamente tienen que cumplirse dos circunstancias. La primera, es que haga mal tiempo. Preferiblemente con lluvia, mucha lluvia, pero si solo hace frío y está nublado, también vale. Y para quien crea que exagero, solo diré que hace algunos años nos escapamos 4 días a la costa tropical de Granada, en la que aseguran que solo llueve 4 días al año. Adivinad que días fuimos ... En fin, la premisa de la lluvia quedaba ampliamente cubierta cuando salimos de casa y diluviaba. Por primera vez, en todas mis mañanas en Xalapa, llovía. Y no dejó de hacerlo en todo el camino a Veracruz, donde arreciaba una tormenta tropical. La segunda circunstancia obligatoria, es que me ponga mala. Mala, malísima. De la muerte. Y eso ocurrió exactamente en el momento en el que puse un pie en mi habitación. Doy gracias a dios, porque pasara justo en ese instante y no antes, en el autobús de camino, ni en el taxi que nos trajo al hotel.

Y así, a medida que fueron pasando mis primeras horas aquí, me fui deshaciendo en líquidos y fiebre, con un virus muy oportuno que me dio la bienvenida, llevándose mis fuerzas, mi ánimo, las ganas de comer y beber, y un poquito de mi dignidad. Que no cunda el pánico, que han sido solo 24 horas y ya estoy perfectamente, aunque los ratitos que he pasado en este hotel de dudosas 3 estrellas, no se los deseo a nadie.

Casualmente, el año pasado por esta misma fecha, en la que se cumple nuestro sí quiero (en la salud y en la enfermedad) mi hermana sufría similar y devastador virus en una isla de aguas turquesas y peajes escandalosos. Y gotero en vena, inaugurábamos la temporada de vacaciones. Este año repetimos, pero cambia la protagonista. Lo voy a llamar "el virus del aniversario" y ¡ay! de aquel que se encuentre cerca de nosotros el año que viene ...


Pues eso, que estoy de vuelta, y que como ya ha habido mucha lluvia, y mucho mal cuerpo, creo que he cumplido (cum laude) las dos condiciones necesarias que hacen que pueda empezar a disfrutar de mis vacaciones. Quedan inauguradas.

5 de julio de 2012

Marido on way (en camino)

Marido montado en el avión Toronto-México a 25 minutos de su llegada. Ya ha cruzado el charco, literalmente. Y ha hecho escala en Canadá, visita al dutifrí incluida. Le ha dado tiempo a decirme que todo muy bien, que él ya solo quiere volar con AirCanadá. Miedo me da. A ver como meto yo a éste otra vez en un vuelo cortesía Ryanair después de la experiencia ... Y yo, mientras tanto, nerviosita perdía todo el día. He logrado escribir y leer algo esta mañana, pero a media tarde he salido a dar una vuelta. Una vuelta rápida que dirían los entendidos del tema, con tres objetivos claros: 

Objetivo nº1: Comprarme un bañador. Me he traído el socorrido bañador negro de Decathlon para salir del paso, pero como comprenderéis para las playas caribeñas y pacíficas Clarita necesita algo con mucho más color, más glamour, y a poder ser que no deje marcas en los hombros, ni el característico círculo en la espalda. Objetivo nº2: Encontrar un centro de estética, con servicios de depilación. Los bañadores glamourosos quedan mucho más monos, con las piernas depiladas. Dónde va a parar. Objetivo nº3: Salvar la tecla F5 de mi ordenador. Por diversas circunstancias, la pobre es siempre la que más sufre. Y hoy, por más que la pulsaba cada 15 segundos para ver el estado del vuelo, el avión, no avanzaba. Al menos no más de lo que le correspondía. Y como mi marido no llegará antes, por mucho actualizar página mediante, he salido a despejarme.

Primera parada Instituto de Belleza Integral. Chicas aprendiendo, solo cobran el material. Buena pinta. Me voy a arriesgar. Perdona, pero sólo tenemos servicios de depilación a partir del mes de noviembre ... Mmmmhh lógico ¿porque es en invierno cuando la gente más se depila? Venga, sigamos buscando. Ocho calles después y una hora más tarde no había sido capaz de encontrar ni un solo sitio que me quite los pelos a lo español, con tirones de cera y sufrimiento de por medio. El objetivo bañador no ha ido mucho mejor. Ni una sola tienda, tenía trajes de baño. Además me he dado cuenta de que China (también) ha invadido México. Será que viniendo por el otro lado, les queda más cerca. He entrado en tiendas en las que no me atrevería a encender un mechero. Peligro, altamente inflamables. 

Mi esperanza ha renacido cuando en una de las calles, he localizado el Corte Ingles. Sí, como lo oís. Un Corte Inglés, con sus letritas en la puerta. Inconfundible. Qué emoción. El sitio al que acudes en España, cuando has agotado todas las posibilidades previas. Estoy salvada. Pero resulta que el Corte Inglés de aquí es un tongazo. Y solo vende ropa de hombre. Y por supuesto, no tienen gabinete de belleza.

Así que más frustrada que antes, sin bañador, con los mismos pelos en las piernas con los que salí, y sin planes a corto plazo de hacerlos desaparecer, me he vuelto a casa. Y he olvidado que no tenía nada para cenar. Por supuesto, no puedo salir a comprar ahora, que tengo que seguir dándole al F5, no sea que el avión se desvíe de su recorrido, y yo no me entere. 

Os dejo con la foto del Corte Inglés, que yo sé que algunos incrédulos, no iban a creerme... al lado, la invasión china. 22 minutos... y mi marido pondrá un pie en tierras mexicanas... 21 minutos... 20 minutos...

El Corte Inglés en el centro de Xalapa (Veracruz).

4 de julio de 2012

Resucitando a una muerta ... una muerta muy divertida

Cuando escribes un mail para contar que tal te va en tu aventura por tierras latinoamericanas, esperas reacciones de todo tipo. Todas buenas, claro está. Cuando una persona te dice que deberías retomar tu blog, que se ha reído mucho con tus historias, sonríes. Cuando varias personas te dicen que deberías escribirlo para todos, te halaga. Pero cuando la mitad del personal te anima a hacerlo, piensas muy en serio que deben tener razón. Tanta gente, no puede estar equivocada.

Reconozco que por varios motivos, llevaba tiempo dándole vueltas a la idea de rescatar a Clara. La maté, es cierto. Con premeditación y alevosía. Pero es que me daba una pena que agonizara sin que pudiera/quisiera prestarle atención, que no me dejó más opción. Quizás es que no tenía nada más que contar. Quizás nos aburrimos la una de la otra. Quizás es que las dos somos unas vagas, yo para escribir, ella para inspirarme.

Pero así, de la mano de sus fans y un poquito de mi ego, porque no reconocerlo, Clara ha resucitado. Más mayor, más guapa, más madura y muy renovada. Y con muchas ganas de seguir divirtiendo al personal. Empieza con las últimas 3 entradas que resumen su llegada a tierras mexicanas, pero además se ha encargado de incluir en este blog, sus entradas más famosas y divertidas, de aquel que eliminó, para los recién llegados. Chica, qué trabajo, cómo te lo has currado.

Pues eso, que me pongáis en favoritos, os suscribáis al blog, compartáis en redes sociales las entradas y me hagáis muuuuucha publicidad ... Sigo teniendo la secreta esperanza de que un editor de alguna publicación (famosísima, por supuesto), llegue aquí por casualidad, quede encandilado con mis historias y me pague una pasta por escribir más, convirtiendo mis sueño adolescente de ser escritora famosa, en realidad.

Quién sabe, lo mismo hasta Clarita se convierte en trending topic, ahora que eso se lleva tanto. Disfrutad de sus aventuras. Ha vuelto. Y viene pisando fuerte. Abróchense los cinturones, que despegamos rumbo a ...

Clara Como la Vida Misma

De libélulas y zapatos. Julio en Mex

Sé que voy con unos días de retraso, y que esperábais ansiosos mis crónicas mexicanas. Pueeeeess aquí están. Todo bien, sin novedad. Un saludo a todos. Hasta la semana que viene.

Esa podría ser la crónica de los últimos 10 días, pero voy a daros un poquito de rollo para que no desconectéis del todo de las aventuras de Clarita. Es que una vez visto el centro de Xalapa, y explorado zonas seguras, poco hay que contar. Me he adaptado tan bien a esto, que ahora me parece que llevara aquí toda la vida. En la Universidad las cosas siguen flojas, casi nadie aparece por aquí, y yo a mi aire con mis proyectos, aunque me está costando un poco coger el ritmo y la concentración, no lo voy a negar. La comida sigue siendo estupenda y voy alternando comer en casa, con comer fuera. Sorprendentemente he estado unos días revuelta por algo que me sentó mal ¡¡Y QUE COCINÉ YO!! Sí, me he creado mi propia “venganza de Moctezuma” ...

Sí que os tengo que contar una aventura, el primer día que he pasado miedo, miedo de verdad. La semana pasada entró un bicho en mi casa. Un bicho volador. Una libélula GIGANTE. Debía venir dopada, porque vaya tamaño. Y yo, que aguanto arañas, serpientes y roedores, no soporto a los insectos, y mucho menos si tienen alas, y mucho menos si suenan al volar. No os quiero ni contar como sonaba el helicóptero ... cuando subí a la habitación y la vi intentando salir por la ventana del techo, me quería morir ... bajé corriendo las escalera para preguntarle a mi marido por skype, que hacía. Evidentemente, su respuesta fue clara: mátala. Mi marido, como veis, no se anda con rodeos, lo ve todo taaan fácil. Raid en mano, y toalla de ducha a modo de escudo para protegerme comencé a fumigarla. Pero era dura, y por más raid que echaba, seguía intentando escapar. Ahí me vierais sentada en la cama, tapada con la toalla (a ver qué narices me iba a proteger eso) y mirando hacía ella para cuando saliera echarle flis, que diría mi madre. 40 minutos después y medio bote vacío, la libélula empieza a caer, estábamos las dos asfixiadas ... y cae en el hueco de la escalera. Agonizaba, se movía y sonaba, y yo por supuesto no iba a bajar no fuera a ser que me saltara encima o algo. Así que no se me ocurrió otra cosa que, desde arriba, abrir el armario e ir tirándole zapatos, a ver si la remataba. 8 pares de zapatos después, la libélula seguía agonizando, pero además parecía que estaba en Marypaz. Armada con el poco valor que me quedaba, y ansiosa de respirar aire puro, bajé las escaleras, salté por encima de ella y me fui a la compra, a ver si me tranquilizaba. A la vuelta, y algo más valiente fui a buscarla y seguía la amazónica zumbando, pero ya poco. Y con el poco de humanidad que me restaba, le pegué con un zapato y la rematé. Con mucho asquito la cogí del ala y la tiré al jardín. Y luego, recogí todos mis zapatos. Y ese fue el día que más miedo he pasado aquí, y desde entonces no abro la ventana para no repetir la experiencia, así que estoy pasando un calor en este sitio tropical...
 

Mi amado esposo llega el jueves. Hoy empieza un periplo que lo llevará por Madrid, Toronto, México DF, Texcoco y Puebla, para acabar en Xalapa. Cuando cierren la Universidad por vacaciones la semana que viene, viajaremos a Veracruz, Cancún, vuelta al DF para explorarlo bien, y por último, escapada romántica a los Cabos, en la península de la Baja California. Por lo que veis, se presenta la semana que viene, mucho más interesante que esta. Aunque a partir del jueves, podré abrir las ventanas, porque mi marido ha venido al rescate de las libélulas gigantes ...